Mis queridos Hermanos de la Casa de la Madre y Guía. Hoy, sábado de la segunda semana del Tiempo de Navidad, se nos ofrece, una vez más, para la reflexión.
En este caso, de un Tiempo Litúrgico que llega a su fin mañana con la Fiesta del Bautismo de Jesús.
Durante este Tiempo hemos actualizado y vivido, a través de la Sagrada Liturgia, todos los acontecimientos del Nacimiento del Salvador.
Hemos podido contemplar a los diferentes personajes que participaron en aquellos hechos: sus actitudes, sus comportamientos, sus respuestas, en definitiva, la aceptación o no de los designios de Dios en la plenitud de la Historia, con el envío de su Hijo Jesucristo a compartir nuestra naturaleza humana, para rescatarnos del pecado y de la muerte, y traernos la Salvación.
Muchas veces he indicado que una forma sencilla de alcanzar la SANTIDAD está en seguir el camino que la Iglesia nos muestra a través de la Liturgia, enmarcada en los diferentes Tiempos Litúrgicos.
De ahí la gran importancia que tienen, tanto los Tiempos Litúrgicos como la propia Liturgia, que se desarrolla y se vive cada día.
Solamente es necesario atender mínimamente a lo que se nos muestra cada día, e intentar ir asimilando y poniendo en práctica, en la medida que vayamos pudiendo, para el crecimiento personal.
Mucho hemos de pensar en las últimas horas de este Tiempo de Navidad: Que el Niño Jesús nació para librarnos del pecado y de la muerte, y para que nosotros, aceptando esta liberación, caminemos con paso firme hacia el Cielo, renunciando a todo egoísmo, artífice principal del pecado que nos lleva nuevamente a la muerte de la que nos liberó Jesús.
Que el Niño Jesús, nacido el Belén, nos dé la Gracia de AMAR y desear ardientemente la SANTIDAD.
Piénsalo. Puedes y debes ser SANTO!!!