Reflexión 4 de Enero

El pasado 9 de noviembre de 2016, os hablé de los 'miércoles de San José'. 
Hoy como miércoles que es, y dentro de este Tiempo de la Navidad, bien merece la pena que reflexionemos sobre el papel transcendental que tuvo San José en el nacimiento y vida del Dios Encarnado, al que en estos días estamos contemplando y adorando: El Niño Dios. 
Vamos a fijarnos hoy en su gran disposición al SERVICIO DIVINO.
Su figura y su quehacer fueron imprescindibles para que el "Verbo de Dios acampara entre nosotros"; para que los Planes de Dios en la Historia de la Salvación, se cumplieran desde que él aceptara a María su mujer, con exactitud y precisión, después de que el Ángel le desvelara la realidad del embarazo de la Virgen.
SERVIR, PRESTAR UN SERVICIO, resulta algo de lo más alto y noble que puede albergar una persona en su corazón, porque es algo tan sencillo que implica lo más grande que se puede hacer: SALIR DE SI MISMO para realizar algo importante en favor de los demás.
Importante porque se tratará de algo que el otro necesita, sea una ayuda parcial o sea una ayuda total. 
No se puede SERVIR sin el apoyo de la GENEROSIDAD. 
Y no puede haber generosidad, si hay EGOÍSMO. 
Miremos, hoy, Hermanos de la Casa de la Madre y Guía, al patriarca San José, y, como en un espejo, descubramos en nosotros, en nuestras vidas, cuánto espíritu de SERVICIO hay sostenido por nuestra GENEROSIDAD, al haber previamente eliminado el EGOÍSMO del corazón. 
Animo!!! San José nos sonríe y nos ayuda cuando queremos mirarnos en su espejo e imitarle también en el SERVICIO A DIOS, y, en consecuencia, a nuestros Hermanos, los hombres.