Reflexión 18 de Enero

Por qué vamos a Misa?
Para qué vamos a Misa?
No encuentro otra respuesta más justa y más verdadera, que vamos por AMOR, y que vamos para poder AMAR, más y mejor desde el Corazón de Dios.
Comenzamos. 
Después de haber silenciado todos los ruidos exteriores e interiores que llevamos con nosotros, durante los minutos previos que estamos ya en el Templo, encontramos las mejores condiciones para mantener la unión y la comunión con el Celebrante y con el resto de la Comunidad con la que nos hemos reunido. 
En este estado gozoso, puestos en pie, recibimos al Sacerdote que se acerca "al altar de Dios", lo besa y se dispone, ya desde la Sede, a saludar a la Asamblea con el saludo Trinitario: "La Gracia de...."
Comienza el Acto Penitencial en el que se invita a la Asamblea y a cada uno en particular, a purificar el corazón y la mente, mediante el reconocimiento de los propios pecados y la petición de perdón. 
Aquí me quedo hoy. 
Pero, mira, cuando se llega precipitadamente y sin tiempo, es muy difícil, por no decir imposible, purificar la mente y el corazón, y cuando esto no lo podemos asegurar, el resto de la Celebración queda condicionada por una actitud baja en posibilidades para poder captar todas las Gracias que uno necesita. 
Es verdad que la Santa Misa en su conjunto, tiene su valor intrínseco, y es fuente de Gracia y de Bendición más allá de nuestras actitudes, pero no se puede ignorar que el gobierno de la propia vida lo lleva uno mismo, y cuando no se tiene el control debido, ya se conocen los resultados de unos comportamientos inadecuados. 
Hermanos de la Casa de la Madre y Guía, reflexionemos sobre nuestra experiencia en estos primeros pasos de la Celebración Eucarística. 
Dice un dicho popular: "lo que mal empieza, mal acaba", y por el contrario, "lo que bien comienza....."
Feliz día en Cristo y con Cristo. AMÉN.