1 y 2 de Noviembre



DÍAS 1 Y 2 DE NOVIEMBRE. SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS, CONMEMORACIÓN DE TODOS LOS FIELES DIFUNTOS.
Noviembre comienza con la celebración de lo que decimos en el Credo: la "Comunión de los santos".
El día 1 celebramos a todos los santos, a nuestros difuntos más recientes que vivieron haciendo el bien cristianamente y murieron amigos de Jesús, que los acogió en el cielo.
El día 2 recordamos a nuestros difuntos que están en el purgatorio. Como al cielo no puede entrar nada que no sea puro y santo, algunos difuntos han de purificarse antes, y nosotros podemos ayudarles, especialmente con la eucaristía, la oración y la limosna.
FIESTA DE TODOS LOS SANTOS:
Ésta es una fiesta que se celebra desde muy antiguo. Allá por el siglo VII ya empezaba a celebrarse. Y es que los Papas se dieron cuenta de que hacía falta celebrar a todos los santos a la vez, porque podría olvidarse celebrar a alguno. Y también para festejar a aquellas buenas personas que habían vivido santamente y que no les habían hecho la canonización que es la ceremonia en la que el Papa declara que alguien está en el cielo y que es santo.
En esta fiesta los celebramos a todos, desde los más antiguos hasta el último que haya llegado al cielo, estén canonizados o no.
En la fiesta de todos los santos celebramos también nuestra unión con ellos. Los santos han ido por delante de nosotros siguiendo el camino que nos marcó Jesús. Son nuestro modelo en la vida cristiana. Nosotros debemos vivir y hacer lo que los santos hicieron en su vida: amar mucho a Dios y a los demás. La vida cristiana, que vivimos desde el día de nuestro bautismo, nos ha de empujar a vivir de tal manera que al final de la vida vayamos directamente al cielo como ocurre con los santos. Así nosotros seremos también santos. que es lo que debemos desear y que debe ser lo principal en nuestras vidas.
Otra cosa buena que tienen todos los santos: Ellos nos ayudan a ser mejores, no sólo por ser modelos de vida cristiana, sino porque piden a Dios por todos nosotros y nos mandan los favores de Dios que siempre necesitamos. Así que, cuando le pedimos algo a algún santo, si es cosa buena para nosotros, el santo se acerca hasta Dios y le pide por nosotros. A eso se le llama "interceder" por nosotros. Es verdad, los santos interceden por nosotros ante el Señor.
Hazte amigo de los santos: ellos te protegerán y te guiarán para que llegues a estar como ellos en el Reino de los Cielos.
CONMEMORACIÓN DE TODOS LOS FIELES DIFUNTOS:
Al recuerdo de todos los santos se une el de todos los difuntos.
Los difuntos son aquellas personas que ya han muerto y se han presentado ante Dios. Nosotros, los vivos, rogamos por ellos para que todos puedan alegrarse de estar en el cielo, y salgan muy pronto de ese lugar de purificación que es el "purgatorio", porque al cielo sólo se puede entrar con el alma muy limpia.
No se trata de una fiesta sino de una conmemoración, es decir, un recuerdo para que todos tengamos presentes a aquellos que ya han muerto.
Para todos nuestros familiares difuntos, para todos los muertos del mundo que han creído en Dios y han esperado poder ir al cielo, para todos los muertos se dirigen hoy las oraciones de todos los vivos, las oraciones de familiares, las de toda la Iglesia.  Pedimos a Dios que los difuntos puedan estar junto a Él en el cielo para siempre, limpios de las manchas que los pecados de su vida dejaron en sus almas.
Puesto que los fieles difuntos en vía de purificación son también miembros de la misma comunión de los santos, podemos ayudarles (junto a la eucaristía, la oración y la limosna)  obteniendo para ellos indulgencias, de manera que se vean libres de las penas temporales debidas por sus pecados.
Esta conmemoración la empezaron a celebrar los monjes cluniacenses en el siglo X, para que se acelere la entrada de nuestros difuntos en el cielo.
Los cuerpos de los difuntos deben ser tratados con respeto y caridad en la fe y la esperanza de la resurrección. Enterrar a los muertos es una obra de misericordia corporal, que honra a los hijos de Dios, templos del Espíritu Santo.
En estos días muchas personas van al cementerio para recordar mejor a todos los seres queridos que ya han muerto. Les llevan flores, rezan delante de sus tumbas y , tal vez, se ponen un poco tristes. Pero, ante la muerte, tenemos que avivar nuestra fe, que nos dice que todos los muertos resucitarán para estar siempre juntos en el cielo.